¿POR QUÉ LOS JÓVENES DEJAN LA IGLESIA? 2

4. Líderes de la iglesia
preocupados por la organización y no por las personas.
Es demasiado fácil poner a las normas por encima de
la gente cuando se quiere mantener el orden.
Recientemente un joven fue invitado a ser un
diácono. Él nunca se había puesto una corbata para ir a la iglesia, y la
primera vez que le pidieron que recogiera la ofrenda estaba vestido como
acostumbraba, con su ropa de iglesia pero sin corbata. El anciano detuvo todo y
desde el púlpito le informó al joven – “¡Si vas a recoger la ofrenda en
esta iglesia usarás corbata!” No hay más que decir excepto que el muchacho
se sintió terriblemente avergonzado, le dio el platillo al diácono que estaba a
su lado, se dio la vuelta y se fue de la iglesia.
Él no ha recogido la ofrenda o siquiera asistido a
la iglesia desde entonces.
Recordemos que las normas se hacen para mantener un orden, pero debemos
estar más pendientes de las personas y sus motivos. Quizás una palabra humilde
en un momento a solas podría haber hecho que ese joven que se fue de la iglesia
sea hoy un gran líder. Sin embargo, este diácono ganó una batalla con las
normas, pero perdió el alma de un joven.
5. Servicios aburridos y sin
importancia.
Se ha reportado que Spurgeon dijo: “Si la
congregación se duerme el diácono debe conseguir un palo largo y pinchar al
pastor”. Una encuesta de jóvenes después del servicio en cualquier semana
encontraría que sólo uno de tres dirían que creyeron que el servicio estuvo
interesante.
Hay una gran responsabilidad sobre el pastor para ser relevante e
interesante en su predicación. En mi pensamiento es un pecado de magnitud
enorme el retratar al Rey del Universo como aburrido.
Un predicador internacional se sentaba
ocasionalmente con su hijo en la iglesia. Su hijo, sordo de un oído, se sentaba
a lado de su madre en la iglesia cada semana y batallaba con los seguimientos.
En una de esas raras ocasiones en el que el predicador estaba en casa los fines
de semana, él se sentaba en el otro lado de su hijo – de lado de su oído sordo.
Invariablemente en algún momento del sermón el niño le susurraba bastante
fuerte, “papá, estoy aburrido” cuando su padre le trataba de decir que se
mantuviera callado, su hijo pensaba que su papá no lo había escuchado y lo
decía aun más fuerte, y justo enfrente del predicador, “Papá, ¡estoy
ABURRIDO!”. Muchas veces su papá quería voltearle la cabeza para decirle en su
buen oído, “Cállate niño, yo también”
6. No quieren ser hipócritas.
Muchas veces, dirigidos por su deseo de pertenecer,
muchos jóvenes se bautizan, o se convierten formalmente en miembros a la
temprana edad de once o doce años. Frecuentemente hay mucha presión del grupo
para ser parte de el.
Mientras crecen se cuestionan el por qué lo
hicieron y sienten que en realidad no estaban convencidos.
De igual forma que los jóvenes ven a través de una
actitud hipócrita o falsa de los adultos, ellos son muy sensibles acerca de que
ellos mismos puedan ser vistos así. El hecho es que todos fallamos, y el fallar
es una parte de ser humano.
Es un gran alivio para los jóvenes el enterarse que
Jesús les dio a sus discípulos espacio para crecer, y libertad para fallar.
El admitir que habían fallado fue encontrado con un perdón siempre listo para darse. (Sólo recuerde la historia de Pedro caminando por el agua, o recuerde como los discípulos, que habían regresado de un viaje en el que habían resucitado muertos, sacado demonios y muchos milagros más, fallaron en cumplir la orden de Jesús de alimentar a los 5000. Aún después, cuando fallaron en alimentar a los 4000 Jesús les dijo, “¡Nada será imposible para ustedes!”)
Continuará...