TRANSMITIENDO VALORES

Uno de los grandes problemas que enfrenta nuestra sociedad
actual es que en los hogares no se les enseña valores a los hijos, muchos
padres creen que mandar a sus hijos al colegio es suficiente y además esperan
que el profesor eduque a sus hijos y les enseñe como deben comportarse en la
vida. Otros padres creen que, comprando consolas, la última tecnología en
informática, en smarphones, o teniendo todo un gran equipo de audio y tv en
casa es suficiente para suplir la necesidad educativa en los hijos.
La buena educación en los hijos comienza en casa, y los
padres son responsables ante Dios y la sociedad de lo que serán sus hijos, como
será su comportamiento hacia su semejante, hacia el sexo opuesto, etc. Hace un
par de años, un profesor estaba dando una conferencia sobre educación, y dijo
que la mejor edad para que los hijos empiecen a ir al colegio es a los seis o
siete años, al decir esto lo interrumpieron preguntándole ¿Por qué tan tarde? y
él respondió y ¿Por qué tan temprano? -haciendo referencia a ir antes de los 6
años-.
Se espera que durante los primeros seis o siete años, el
niño aprenda en casa conceptos importantes de educación y valores, en ese
periodo de edad los niños son como una esponja, absorben todo lo que se les
enseña, y es la mejor edad para trasmitir lo mejor, la cual se verá reflejada
en su vida futura. El hogar es la primera escuela del niño, allí sus padres
deben ser los profesores que le enseñen los verdaderos caminos de la vida.
Los padres tienen la obligación de formar a sus hijos tanto
física, mental como espiritualmente, con el objetivo de crear un carácter
equilibrado en su hijo, este trabajo requiere, mucha paciencia, motivación y el
arduo deseo de querer que su hijo sea un ejemplo de formación en la vida.
La familia debe ser el medio que ayude y beneficie a los
pequeños en casa, dando ejemplo sobre lo que se enseña; en muchos hogares se
quiere que los hijos sean respetuosos con sus padres o hermanos, mientras que
los padres, se faltan al respeto frecuentemente delante de ellos. Los pequeños
absorben estas palabras y tarde o temprano las pronunciarán ya sea como una
palabra graciosa o como un insulto hacia algún integrante de la familia.
Ponga un verdadero interés en la educación de sus hijos,
pídale al Señor ayuda, y fortaleza para completar el reto, confía en el Señor,
entrega tus actitudes y tu entusiasmo de educar a tu hijo en las manos del
Señor y Él te ayudará a formarlos para la vida en este mundo y para la
venidera.