LA NORMALIDAD DEL MUNDO 4 / 4

La vida del cristiano no debe ser
teórica debe ser otra realidad, debe ser práctica. Convivimos a diario con
personas que piensan distinto a nosotros, es verdad que no es fácil ser
cristiano en un mundo contaminado por el pecado. Cada día somos criticados por
nuestra fe. Muchos ven la religión como una espina del mundo moderno, el
enemigo busca la manera de destruir lo que Dios ha hecho, ha creado
alternativas a lo sagrado, ha puesto en la mente de las personas la idea de un
Dios que es injusto. Pero ¿cómo podemos cambiar esa perspectiva del mundo hacia
a la fe?
Tenemos que enfrentar al mundo, y
enseñarles que los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien. Sólo Dios
es la esperanza para un mundo de dolor, el mundo tiene que conocer la verdad,
aquella que da libertad. Tienen que saber que sólo Dios puede cambiar el
corazón. El Señor nos ha llamado y nos justificado ante el Padre, y hemos
aprendido que “si Dios está con nosotros ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:
31). El mundo no tiene la capacidad para juzgarnos, porque nosotros hemos
sido justificados delante de Dios.
Pablo lo escribió: “¿Quién nos
separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre,
o desnudez, o peligro, o espada? […] Antes, en todas estas cosas somos más que
vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni
la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo
presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa
creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”
(Romanos 8: 35, 37-39).
Conclusión
La aparente normalidad el mundo
no debe ser nuestra normalidad, nuestra familia vive aquí y tiene que
enfrentarse a los retos de una sociedad, pero recordemos que no somos de aquí,
en este mundo sólo estamos de paso, porque nuestro destino final es la patria
celestial y nos espera un hogar que el Señor ha ido a preparar, esa debe ser
nuestra esperanza y debe ser fortalecida cada día.
Es momento de volver a empezar,
la decisión está en nuestras manos. Recuerda: nada ni nadie te puede separar
del amor de Cristo Jesús.