LA UNIDAD EN LA FAMILIA 3/3

Para ser ejemplo en nuestra
familias, hay seis palabras que deben ser eco en nuestra vida personal, y son:
“en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” (1 Timoteo 4: 12),
para alcanzar estas cualidades en tu persona debes aprender a ser un buen
mayordomo del tiempo, y dedicar un tiempo especial para tener una relación con
el Señor, me gusta esta recomendación de Pablo en 1 Timoteo 4: 13, “ocúpate en la lectura”, en otras palabras
lee las escrituras, has de ella tu fuente del conocimiento y empápate con la
sabiduría que Dios emana a través de ella, que sea la Palabra escrita del Señor
un lugar donde puedas adquirir el verdadero conocimiento de la vida presente y
futura.
Otra característica del texto (1 Timoteo 4: 13), consiste en “la
exhortación”. ¿A qué se refiere Pablo con la exhortación? Debemos aprender
a predicar con palabras y acciones, no podemos querer enseñar algo que nosotros
no practicamos. Debemos exhortar a nuestra familia a ser diferente, a buscar un
sentido más real a la vida, que puedan salir de las fantasías que ofrece el
mundo virtual. que instes a tiempo y fuera de tiempo […] exhorta con toda
paciencia (2 Timoteo 4: 2).
La última característica del
texto consiste en “la enseñanza” tenemos la responsabilidad de enseñar
la palabra de Dios a otros, en especial a nuestra familia, comenzar por los de
casa primero, debemos enseñar con paciencia la palabra de Dios a nuestros
hijos, es verdad que no será una tarea fácil, el enemigo dará batalla e
intentará hacer todo lo posible para que todo esfuerzo y lucha sea en vano.
Pero tengamos presentes las palabras de Dios a Josué: “no temas ni desmayes,
porque Jehová tu Dios estará contigo” (Josué 1: 9 u. p.). “No tenemos nada que
temer del futuro, excepto que olvidemos la manera en que el Señor nos ha
conducido” (TM XXXVI). Nada nos podrá hacer frente, si tu labor está
comprometida con el Señor, Él dará resultados eternos en tu familia, y tu
trabajo tendrá el fruto más grande, ver a tu familia en la eternidad.
La unidad en la familia comienza
con el esfuerzo, enseñando con cada palabra, por medio de nuestra conducta, con
amor, con fe y pureza en nuestras acciones y sobre todo con la paciencia que se
merece la enseñanza. Sólo nosotros a través de nuestra familia podremos ser rayos
de luz que iluminen la oscuridad de otras familias que necesitan escuchar del
amor que Cristo tiene por ellas.