EL VALOR Y LA INFLUENCIA DE UNA MADRE 1/3

EL
PAPEL DE UNA MADRE
“Clama
a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no
conoces” (Jeremías
33: 3)
Es un
honor reconocer el valor y la influencia de la madre, no solo en la familia,
sino en el mundo en que se proyecta. Dios quiso que en su Santa Palabra, la Biblia, quedaran registrados los nombres, hechos y las actitudes de muchas
madres que al recorrer el complicado camino de la vida, nos dejaran por
supuesto su buen ejemplo, otras tal vez,
el desafío de conseguir otra alternativa. En fin, todas tienen una lección que
enseñarnos, al resaltar en este día: la labor, la grandeza y el especial
significado de la madre.
Necesariamente
tenemos que recordar a Ana, la madre de uno de los más grandes profetas de Dios
en Israel, la Biblia en 2ª de Samuel
capítulo 1, resalta de Ana algunos rasgos especiales de su vida. Uno de
ellos fue su constante y total dependencia de Dios, aunque humillada y amargada
por la desgracia de no tener hijos, depositó toda su esperanza en el Dios de
Israel, en el Todopoderoso Jehová, se aferró a Dios, perseveró en Él, espero en
Él, y por supuesto Dios le respondió el pedido de su corazón.
En
Ana se cumplió la gran promesa de Dios, de asistirnos y auxiliarnos en todos
los días de angustia. “Clama a mí, y yo
te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”
(Jeremías 33: 3); también en el Salmo 50: 15 “E invócame en el día de tu angustia; te libraré, y tú me honrarás”.
Cuando
finalmente Ana, tiene a su pequeño Samuel, lo dedica por completo a Dios y a su
servicio, lo instruyó en los caminos de Dios, la verdadera y permanente
sabiduría, le enseñó a depender de Dios, le enseñó a respetar a Dios y a su
santa ley, le enseñó a respetar también las cosas sagradas; todo lo grande y
útil que llegó a ser el profeta Samuel, lo debió en gran parte a la constante
orientación y devoción de su madre.
En
la lista de las mujeres valiosas, de esas mujeres que se mencionan en la
Biblia, por supuesto aparece María la santa madre de Jesús. Cuando llegó el
cumplimiento del tiempo, en el cuál
Jesús, el Hijo de Dios vendría a la tierra, Dios en su infinita
sabiduría seleccionó a María y puso en sus brazos al tierno Niño Jesús. María tuvo el privilegio de cuidar
y velar por el mismo Dios, ahora encarnado, y cómo lo dijera bíblicamente el
profeta Isaías, al referirse a la naturaleza divina del Mesías que estaba
esperando Israel, en su libro: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es
dado, y el Principado será sobre su hombro; y se llamará su nombre admirable,
consejero, Dios fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9: 6). Por
este gran favor, por esa honrosa distinción y bendición, es que María, la madre
de Jesús, se atrevió a decir: “...
engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi salvador.
Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán
bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el
poderoso; Santo su nombre, y su misericordia es de generación en generación a
los que le temen” (Lucas 1: 46-50).
En
María como Madre, también se cumplió otra de las grandes promesas de Dios a
todo aquel que le busca y le sirve, su palabra dice: “Yo honraré a los que me honran” (1ª
Samuel 2: 30). María como Madre, nos ha dejado valiosas enseñanzas para la
vida familiar, tal como es: el esmero por unificar la familia en todas sus
áreas, disciplina, orden y obediencia no negociadas; también la buena
disposición por aceptar la voluntad de Dios y, sobre todo, el gozo de cumplir
con satisfacción e integridad la tarea asignada por el cielo. Aunque esto suponga
peligro, arduo trabajo, burla e incomprensión.
Continuará...
Que
el Señor les bendiga
Pastor Efraín A. Sánchez