LA TORTURA DE LA CULPABILIDAD (Tema 5/11)

“El que encubre sus pecados no prosperará;
mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia” (Proverbios
28:13)
Hay una ley moral y espiritual que todos
llevamos grabados en nuestra consciencia; esa ley es la que nos permite
conocer y distinguir entre lo que es bueno y lo que es malo. Esa ley universal
que no es otra sino la ley de Dios, nos lleva en forma natural a hacer lo que
es justo, correcto y bueno.
Esa ley nos permite vivir en armonía
con nosotros mismos, con Dios y el prójimo. Cuando los principios de la ley de
Dios son violados por nuestros actos, la consciencia nos acusa, nos inquieta y
nos señala como culpables de un delito; como no fuimos creados para vivir con
cargos de consciencia, necesitamos entonces una solución; y la única solución
posible que restaurará la paz es el perdón de Dios. Necesitamos estar en paz
con todos, libres de toda culpa, es la única forma de disfrutar los encantos de
la vida.
¿Qué podemos hacer cuando la consciencia
nos señala y nos condena? ¿Hay alguna promesa divina que nos sirva de
consuelo y seguridad?
“El que encubre sus pecados no prosperará;
mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia” Proverbios 28:13
“Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de
vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer
el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano,
amparad a la viuda. Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta; si
vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán
emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí vendrán a ser como blanca
lana”. Isaías 1:16-18
“Hijitos míos, estas cosas os escribo para
que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre,
a Jesucristo el justo. Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no
solamente por los nuestros, sino también por los del todo el mundo” 1ª
Juan 2: 1-2
Ante la culpabilidad debemos reconocer la
plenitud del sacrificio de Jesús en la cruz del calvario, Jesús es nuestro
único suficiente redentor y el vino para librarnos de todas nuestras cargas.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al
mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”. Juan 3:16-17
Que el día de hoy tu oración sea: Gracias
Señor, por el inmenso amor que tienes para con nosotros, porque aun
siendo pecadores Cristo murió para salvarnos y darnos el perdón, permite
que no peque mas contra ti, dame la paz que mi alma necesita, en el
nombre precioso de Jesús, Amén.
Que Dios te bendiga.
Del original Promesas de Dios en Tiempo de
angustia: Una terapia efectiva. 5/11