SU GRAN RESURRECCIÓN

CONOZCAMOS AL VERDADERO JESÚS 3/6
“Para que en el nombre de Jesús se doble
toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la
tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios
Padre”. (Filipenses 2: 10,11)
Por otra parte, Jesús es un personaje
incomparable porque hizo algo que ningún ser humano ha logrado hacer hasta el
día de hoy; Jesús estando muerto resucitó; salió triunfante del sepulcro. Era
imposible que un sepulcro de piedra retuviera al dador de la vida.
Después de la resurrección Jesús estuvo
unos días con sus apóstoles dándoles más información acerca del reino eterno, y
luego ascendió al cielo ante una multitud que testificó del inolvidable evento.
Hay registros bíblicos e históricos que demuestran que después de la resurrección
de Jesús centenares de personad lo pudieron ver.
“Después apareció a más de quinientos
hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen”. (1
Corintios 15:6)
Jesús es un salvador vivo; hoy Jesús vive y
reina para interceder por todo pecador que solicita su ayuda y su amparo.
Jesús: Hombre y Dios
Otro hecho trascendental que hace de Jesús
un ser digno de confianza y lealtad es en cuanto a la relación de igualdad con
Dios, el Padre Celestial.
Lo que la Biblia enseña en cuanto a Jesús
es que Él como El Mesías prometido debía tener dos naturalezas al venir al
mundo. Jesús era divino; era Dios, pero como Dios tuvo que revestirse de una
naturaleza humana o carnal para poder vivir y convivir con los seres humanos;
no había otra forma de hacerlo.
700 años A. C. el profeta bíblico Isaías,
bajo la inspiración del Espíritu Santo predijo que el mesías que vendría a este
mundo no sería un simple hombre, sería el mismo Dios que visitaría al mundo;
textualmente dice el documento sagrado: “Porque un niño nos es nacido,
hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre
Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”. (Isaías
9:6)
Los siguientes puntos nos van a aclarar más
en cuanto a la divinidad de Jesús:
Jesús se llamó y se igualó al Padre
Celestial: “Yo y mi Padre somos uno” (Juan 10:30).
“Felipe le dijo: Señor, muéstranos el
Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y
no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo,
pues, dices tú: Muéstranos el Padre?” (Juan 14:8-9)
En algunas ocasiones, Jesús se identificó
con el mismo nombre sagrado que es “Jehová”, el sagrado “YO SOY”. Todo judío
ortodoxo y profundamente religioso, al oír la expresión sagrada de “YO SOY” se
sorprendía y se estremecía de temor y respeto ante el nombre santísimo de
Jehová, una experiencia tal se registra en el evangelio de Juan:
“Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que
le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? Le
respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con
ellos Judas, el que le entregaba. Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y
cayeron a tierra”. (Juan 18:4-6)
“Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a
los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a
vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé? Y
respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de
Israel: YO SOY me envió a vosotros. Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los
hijos de Israel: Jehová, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham,
Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para
siempre; con él se me recordará por todos los siglos”. (Éxodo 3:13-15)
Para que los adversarios de Jesús
retrocedieran y cayeran al oír que Jesús solemne y seriamente les dijo: “YO
SOY”, necesariamente tuvieron que haber recibido una fuerte impresión de su
divinidad; pero era tanto su odio hacia Jesús que se repusieron y continuaron
con su diabólico plan de matarlo.
La historia sagrada del Nuevo Testamento
señala que las pocas veces que Jesús se identificó como el “YO SOY” los judíos
llenos de indignación y fanatismo tomaban piedras para apedrearlo; ya que era
una blasfemia que un hombre se igualara a Dios.
“Yo y el Padre uno somos. Entonces los
judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. Jesús les respondió: Muchas
buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿por cuál de ellas me apedreáis? Le
respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la
blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios”. (Juan 10:30-33)
Definitivamente Jesús era el santísimo Dios
creador y Todopoderoso que visitó la tierra para darnos salvación.
En el Nuevo Testamento se deja ver que los
discípulos de Jesús entendieron su naturaleza divina y su igualdad con el Padre
Celestial; por esta razón lo llamaban “El Señor” nombre que era reservado
solamente para Dios.
Según San Juan 20:28 el apóstol Tomás
personalmente llamó a Jesús: “Señor mío” y “Dios mío”, y Jesús aceptó estos
títulos sagrados porque Él era Dios.
El mismo apóstol San Pablo ordenó adorar a
Jesús como se adora al mismo Dios.
“Para que en el nombre de Jesús se doble
toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la
tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios
Padre”.(Filipenses 2:10,11)
Que tu oración sea: Gracias Jesús por ser
mi Dios, Amén.