LA VISIÓN DE DIOS PARA TU VIDA

“Nada hagáis por contienda o vanagloria;
antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como
superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino
cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que
hubo también en Cristo Jesús…” (Fil. 2: 3-5)
Al comenzar un nuevo año, tomemos unos
minutos para considerar hacia dónde nos dirigimos. Estoy seguro que ya estás
pensando en lo que quieres lograr en estos 12 meses que el Señor te pone por
delante. También sé que deseas trabajar en el plan de trabajo del señor
en este nuevo año. Presentarás nuevos proyectos, asignaciones específicas,
diversas estrategias, nuevas metas y quieres que los tuyos compartan tus sueños
y la misma visión. Recuerda, un líder cristiano no busca crear su propia
visión; un líder cristiano busca entender, aceptar y adaptar la visión de Dios
a su contexto.
Bob Logan, prolífero escritor cristiano
contemporáneo define el concepto de visión de la siguiente manera:
Visión: Es la capacidad de crear un
cuadro atrayente con los elementos necesarios que pueda motivar una respuesta
positiva en la gente; algo deseable, algo factible, algo necesario, algo
posible. Una visión que representa los intereses divinos es apropiada para el
contexto, oportuna para la iglesia y conveniente para los involucrados. Una
visión que promueve la fe, no el temor. Una visión que motiva a la acción. Una
visión que no ignora los riesgos y los desafíos. Una visión que glorifica a
Dios, no a los hombres.
“Dios moldea líderes capaces de
comprometerse con su visión, y eventualmente rechaza a aquellos que promueven y
empujan una visión propia”(Brad Powell). Esta sencilla verdad puede redefinir
dramáticamente la forma de desarrollar nuestro liderazgo. Dios no está
necesariamente buscando trabajar con aquellos que tienen grandes sueños. Dios
trabaja con y a través de aquellos que están dispuestos a darle espacio en el
cual Él pueda lograr Sus planes.“Hágase tu voluntad” (Mat. 6: 10). Si
queremos realmente entender este concepto de la “visión” necesitamos comprender
que la visión no tiene nada que ver con desarrollar grandes sueños. Por el
contrario, tiene mucho que ver con el entendimiento de que sólo existe un sueño
por el cual debemos vivir y si es necesario morir: el sueño de Dios para
nuestras vidas.
Para que esto sea una realidad necesitamos:
Conocer lo que Dios ha dicho.Para
conectarnos al plan de Dios, necesitamos conocer lo que Dios ha dicho. Cuando
conocemos su Palabra, descubrimos Sus sueños y desarrollamos un entendimiento
completo de la dirección en la que debemos ir.
Conocer lo que Dios quiere.Conocer lo que
Dios ha dicho no es suficiente. Dios vive y está trabajando en nuestras vidas
hoy. Dios todavía habla, dirige, guía y enseña a través de su Palabra y del
Espíritu Santo. El problema radica en que muchos de nosotros conocemos lo que
Dios ha dicho, pero no estamos escuchando su voz, no reconocemos sus
indicaciones y no le permitimos que redefina nuestros pensamientos y nuestros
pasos. Puede ser que estemos muy ocupados presentándole nuestra agenda y no
tengamos tiempo para escuchar su voz, su plan, y los sueños que tiene para
nosotros.
Confiar en lo que ha dicho y en lo que
quiere. Este es el desafío más grande. Creemos en nuestros sueños porque
son nuestros. Los desarrollamos, buscamos formas para implementarlos, enrolamos
a las “personas correctas” y creamos las condiciones donde nuestros sueños
puedan florecer. De esta manera no tenemos ningún problema entregándonos
completamente a ellos. Sin embargo, la realidad es que muchas veces los planes
de Dios están por encima de nuestra capacidad de creer y entender. Imagínate
que tengas 100 años y te digan que tendrás un hijo con tu esposa de 90 años.
Este asunto de la “visión” siempre será un
desafío, inclusive para los más lúcidos y competentes. Pero si nos aplicamos al
conocimiento de lo que Dios ha dicho y escuchamos lo que Él quiere, seremos
parte de su plan. Luego viene la parte más difícil… aprender a confiar en Sus
propósitos.
Que tu oración este día sea: Querido
Padre, ayúdame a entender tus planes para mi vida y ministerio. Que sean tus
sueños, no los míos, tu agenda, no la mía, tu visión, no la mía. Enséñame a
confiar en ti. Amén.