UN MINISTERIO QUE ILUMINE EN LA OBSCURIDAD

“Pero si nuestro evangelio está aún
encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de
este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca
la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.
Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a
nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús” (2 Corintios 4: 3-5)
Albert Einstein expresó: “La oscuridad, en
realidad, es la ausencia de luz. La luz la podemos estudiar, la oscuridad, no.
A través del prisma de Nichols, se puede descomponer la luz blanca en sus
varios colores, con sus diferentes longitudes de ondas. ¡La oscuridad, no! …
¿Cómo podemos saber qué tan oscuro está un espacio determinado? Midiendo la
cantidad de luz presente en ese espacio. La oscuridad es una definición
utilizada por el hombre para describir lo qué ocurre cuando hay ausencia de
luz.” (Harold S. Kushner, “When bad things happen to good people,” Anchor,
2004)
El enemigo de las almas quiere mantener a
los perdidos en la oscuridad y la ceguera espiritual: “Pero si nuestro
evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los
cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos…” Dios
está trabajando en la vida de los incrédulos de la misma forma que lo hizo en
nosotros: “Y el os dio vida a vosotros, cuanto estabais muertos en
vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo
la corriente del mundo… entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro
tiempo en los deseos de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza
hijos de ira, lo mismo que los demás” (Efesios. 2: 1-3). Dios trabaja de muchas
formas buscando salvar a los perdidos. Por el contrario, Satanás busca la
manera de cegar a los incrédulos para que no puedan ver la luz de Dios: “…
para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el
cual es la imagen de Dios.”
A este mundo ciego y oscuro de
incredulidad, venimos con un mensaje de luz y esperanza: “la luz del
evangelio de la gloria de Cristo.” Solamente la luz de Cristo puede
alumbrar la oscuridad espiritual de un alma perdida. Nuestro Señor proclamó
este maravilloso remedio: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no
andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8: 12).
Cuando la luz de Jesús alumbra la vida oscura de una persona, esta luz produce
transformación y liberación de parte de Dios. Pablo entendió que este era el
mensaje que debía predicar: “para que abras sus ojos, para que se
conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios” (Hechos
26: 18).
Nosotros somos también enviados como luces
que iluminan al mundo: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mateo 5:14).
Antes vivíamos en oscuridad, ignorantes de la gloria de Cristo, mas ahora somos
luces porque Jesús, la luz verdadera, vive en nosotros y brilla a través de
nuestras vidas: “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz
en el Señor; andad como hijos de luz” (Efesios 5: 8). Podemos mostrar esa
luz en nuestro andar, en nuestras palabras, en nuestras acciones. La gloria del
Señor brilla a través de nosotros. Cuando reflejamos a Jesús y proclamamos el
evangelio nos convertimos en ese rayo de luz que ilumina el vacio y la oscura
realidad de los que viven sin el conocimiento de Dios.
Recordemos, la luz del evangelio está en la
exaltación de Cristo. El mensaje no se trata de nosotros: “Porque no nos
predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como
vuestros siervos por amor de Jesús.” Nosotros somos solamente siervos,
comunicadores, obreros de su reino. Jesús es el mensaje. El es el Señor, el único
capaz de salvar de la ceguera de incredulidad que nubla este mundo oscuro.
Que tu oración este día sea: Jesús, Luz de
mi vida, brilla a través de mis palabras, de mis acciones… Haz que mi mensaje
te glorifique solamente a Ti, y que el mundo oscuro que me rodea pueda ver en
mí tu luz, Amén.
Dios los bendiga siempre.