LA IMAGEN NO LO ES TODO

“Y sabiendo Jesús que el Padre había puesto
todas las cosas en sus manos y que él había salido de Dios y a Dios iba, se
levantó de la cena; se quitó el manto, y tomando una toalla, se ciñó con ella.
Luego echó agua en una vasija y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a
secarlos con la toalla con que estaba ceñido.”(Juan 13: 3-5)
La verdadera humildad es difícil de
encontrar; sin embargo, Dios se deleita en honrar a los humildes. Booker T.
Washington, el renombrado educador afroamericano, fue un ejemplo de humildad.
Poco tiempo después de haber sido nombrado presidente del Instituto Tuskegee en
Alabama, fue abordado por una dama de la alta sociedad mientras caminaba por un
área exclusiva del pueblo. No conociendo al famoso Sr. Washington de vista, le
preguntó si le gustaría ganarse unas monedas cortando leña. No teniendo presión
de tiempo en ese momento, el profesor Washington se sonrió y procedió a
remangarse su camisa dirigiéndose a desempeñar la modesta tarea. Cuando
terminó, tomó los pedazos de leña y los puso dentro de la casa al lado de la
hoguera. Una joven del vecindario lo reconoció y reveló su identidad a la
señora sólo horas después.
A la mañana siguiente la señora muy apenada
pidió entrevistarse con el Sr. Washington en su oficina en el Instituto para
ofrecerle disculpas. “Está todo bien, mi querida dama,” expresó Washington.
“Ocasionalmente disfruto de un poco de trabajo manual. Además, siempre es un
gusto hacer algo por un amigo.” La señora estrechó su mano y le aseguró que su
porte respetuoso y actitud humilde le habían ganado el corazón. Poco tiempo
después, esta señora mostró su admiración persuadiendo a muchos amigos ricos a
que se unieran a ella como donantes del Instituto de Tuskegee.
“En el principio era el Verbo, y el Verbo
era con Dios, y el Verbo era Dios… la Luz de la Vida, Omnipotente,
Todopoderoso, más allá de lo que la mente humana pueda comprender. Vestirse de
luz pura, adornado con gigantescas estrellas no está más allá de su capacidad.
Isaías 40 nos dice que Jesús sostiene el universo en la palma de su mano.
Levantó a la hija de Jairo y a Lázaro de las garras de la muerte. Sanó a
enfermos, a paralíticos, a sordos, a ciegos y a leprosos. Él era la nube y la
columna de fuego que protegió a los hebreos en el desierto. Sin embargo, el
Verbo se hizo carne y habitó entre los hombres… fue rechazado por aquellos que
vino a rescatar. Fue ultrajado, golpeado, injuriado y sentenciado a la muerte
sin que en su corazón hubiera aparecido nada que pueda semejarse a pecado.
Ahora, pensemos en esto: El Maestro se
humilló tomando la posición de un esclavo para lavarle los pies a sus amigos en
ocasión de la última cena, enseñándoles lo que significa liderar a otros. El
liderazgo es sacrificio y humildad. Es oración y paciencia cuando trabajamos
con adultos que debieran ser maduros pero se comportan como niños. El liderazgo
es hacer lo que hay que hacer cuando nadie apoya y cuando a nadie le importa.
Significa que hay que seguir trabajando cuando se burlan, cuando nos agreden, cuando
inclusive se resisten a nuestra ayuda. Significa que debemos responder al
llamado de Jesús cuando nadie responde.
Si Jesús no hubiese demostrado este tipo de
liderazgo, no tendríamos la forma de regresar a Dios. Estaríamos perdidos sin
salvación, condenados a vivir separados de Dios y sin esperanza.
Que tu oración este día sea: Querido
Jesús, gracias por tu demostración de lo que es el verdadero liderazgo. Gracias
porque a través de tu humillación encontramos salvación. Ayúdanos a entender
que el verdadero liderazgo es sacrificado, y humilde, y