LOS MUERTOS NADA SABEN

“Porque los
vivos saben que han de morir, pero los muertos no saben nada ni esperan nada,
pues su memoria cae en el olvido. Sus amores, odios y pasiones llegan a su fin,
y nunca más vuelven a tener parte en nada de lo que se hace en esta vida.” (Eclesiastés
9: 5-6 NVI).
¿Qué pasa o qué
condición tienen aquellas personas que han muerto? El estado de los muertos es
en sí un periodo donde el cuerpo sufre varias alteraciones, para que esto suceda, primero tiene que dejar de recibir el aliento de vida, al cortarse del
cuerpo empieza un periodo de degradación para volver de dónde ha sido tomado, pues
polvo somos y al polvo volvemos.
¿Qué pasa con
nuestros pensamientos? dice el versículo de hoy, que nuestra mente cae en el
olvido, nada sabe de lo que sucede alrededor de esa tumba fría, todos sus
sentimientos llegan a su fin, ya no existen más. La muerte en si es un estado
inconsciente. Por lo tanto, ya no tiene parte de lo que existe en el mundo de
los vivos.
Pero a pesar de
que la tristeza invada nuestros sentimientos, al ver que nuestro ser querido ha
muerto, debemos tener la seguridad en la esperanza, y es aquí donde radica la
importancia de creer o no creer, lo que me mantiene vivo no es en sí la vida
sino lo que espero de mi Dios, la esperanza que tengo puesta en Él no se
termina con la muerte, pues está es solamente el principio de lo que está por
venir, la muerte solamente es un receso entre el mundo de pecado y el mundo
perfecto que Jesús tiene preparado para nosotros.
Qué tú
oración en este día sea: Señor, sé que mi mente quedará en el
olvido, pero también sé que tú no te olvidarás de mí, porque mi esperanza me
garantiza que tú me despertarás de ese sueño, lo creo en el nombre de Jesús, Amén