YA NO VIVO YO, SINO CRISTO VIVE EN MI

“He sido crucificado con
Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el
cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por
mí” (Gálatas 2: 20 NVI).
La vida ofrece un sinfín de opciones
contrarias a la fe; el enemigo ha creado puertas fantasmas de la felicidad, que
cuando se cruzan sólo hay desgracia y destrucción y una aparente felicidad.
Cuando se abren los ojos en esa realidad, se dan cuenta que la vida que se lleva
es miserable y carece de sentido y necesitan algo que les haga sentirse vivos y
con esperanza, sin embargo, el enemigo no la ofrece, sólo ofrece
superficialidad.
Nosotros necesitamos morir al YO,
que nuestra vida sea vivida no con nuestros propios deseos y gustos.
Necesitamos que el ser más grande del universo actúe en nosotros. Si tu vida
siente esa necesidad, entonces necesitas a Jesús, Él puede sanar tus heridas, sólo
Él puede restaurar tu alma y te ofrece una mejor vida, libre de cargas, de
preocupaciones banales, una vida con una esperanza de “Vida Eterna”.
Necesitas al igual que yo,
crucificar al viejo hombre, no vivir nosotros, sino dejar que Cristo sea el que
viva en nosotros, que sea Él quien maneje nuestros sentimientos, nuestras
acciones, que conduzca todo nuestro ser. Sólo Cristo puede transformar nuestra
vida, ¿Lo crees así?
Que tu oración este día sea: Querido
Dios, mi vida necesita un cambio urgentemente, necesito que seas mi Salvador y
que vivas en mí, para ser un verdadero hijo tuyo, te lo pido en el nombre de
Jesús, Amén.